"(...) Es tan grande lo que pasa (...) Si una noche que te quiero Vos no estás, esta boca se relame sin consuelo (...) Es tan grande lo que pasa (...)"
"(...) Cuando venga la mañana, tu pollera de lino azul colgadita en la ventana, bandera al sol amarillo (...)"
Alfredo Zitarrosa.-
Como para ir juntando semillitas. Momento de ir abonando nuevas ideas. Y como a por eso vamos, también es momento de abrazar agradeciendo de serio modo, a todos aquellos que procuran, con datos, músicas, buenas palabras y mates; fertilizar amorosa y cotidianamente nuestro trabajo.-
Hasta donde he podido averiguar, Jean-Claude Lauzon realizó algunos cortos (solo conozco el nombre de uno de ellos: “Piwi”) y dos largos. El primero: “Un zoo la Nuit”. Largo que he buscado cantidad de veces, siempre con resultados infructuosos.
Y “Leolo”. Leolo tiene ya 18 años. Yo la vi, por vez primera hace diez. A los cinco años de haber terminado Leolo, y mientras rodaba su tercer película, Luazon, murió. Avioneta. Él y su mujer. Accidente. Y basta. Y ya.
Lauzon, construye a Leolo y pone en sus manos y en su mirada un único libro constante. “L´avalée des avalés” (En el valle de los avasallados) de Réjean Ducharme. (Hay quienes le comparan con J. D. Salinger –“El guardián del centeno”- Por las temáticas sobre las que desparrama las palabras, e incluso también por cierta actitud ermitaña)
Leolo, es sórdida, ávida, tremenda, bellísima, inteligente y más tanto más. Todo el tiempo y cada vez: más.
Les dejo un poquito para que le disfruten.
(Y siempre gracias, a mi querido Claver, por abrir puertas como esta. Una vez más, mi sentido abrazo: “Porque sueño, yo no lo estoy.-”)
"A ti la dama, la audaz melancolía, que con grito solitario hiendes mis carnes ofreciéndolas al tedio. Tú, que atormentas mis noches cuando no sé qué camino de mi vida tomar... te he pagado cien veces mi deuda. De las brasas del ensueño sólo me quedan las cenizas de la mentira, que tú misma, me habías obligado a oír. Y la blanca plenitud, no era como el viejo interludio y sí, una morena de finos tobillos que me clavó la pena de un pecho punzante en el que creí, y que no me dejó más que el remordimiento de haber visto nacer la luz sobre mi soledad"."Porque sueño yo no lo estoy. Porque sueño... sueño. Porque me abandono por las noches a mis sueños antes de que me deje el día. Porque no amo. Porque me asusta amar. Ya no sueño. Ya no sueño".