Cada quien transita los preámbulos como mejor puede.
Como mejor le sale.
Fander habla así:
"Al final de cada día nos inclinamos frente a todas las formas del mar, damos gracias por nuestro sino de navegantes y por el derrotero de la jornada cumplida y pedimos al cielo por los buenos vientos de la próxima.
Fijamos otro rumbo más hondo y anotamos en la bitácora del sueño, la fortuna o la desdicha con las que deriva el deseo en el agua de la noche.
Algo propio y leve flota sin certezas sobre todo lo que en el mundo fluye.
Una nave liviana en un tiempo de turbulencias pasa dejando una estela que brilla, y el corazón, enamorado y rojo, es su piloto de tormentas.
Hay un texto fragmentado del acontecer y una conciencia sin peso que lo atraviesa y lo transforma.
Y en el silencio, ese océano mayor, todo lo que canta.”
Que sea de fortuna; y sino, y si nos toca la mancha del infortunio sobre la bitácora, que sepamos sobrellevarla con la mirada bien atenta y cuanta cosa que nos haga bien exista -juicios de valor y pendejadas aparte-
Así que, perdonaran el brutal ataque de egoísmo, pero hoy se me da porque no existe mejor modo de atravesar el preámbulo, que este.
La cadera de izquierda a derecha, los hombros un poco hundidos, las castañas marcando el tiempo, los rulos alborotando la cara y cantando a los gritos...
Por los buenos vientos de la próxima.-
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